Viviendo entre el miedo

Hace unos días mi hermana me leía una publicación que me puso triste, era la noticia de una mujer mayor que había sido violada en su hogar y lamentablemente falleció en el hospital, así que no pudo denunciar al atacante o decir algo para identificarlo. La publicación además mencionaba lo tonto e incongruente que era cuestionar a las victimas en los casos de abuso: ¿Cómo ibas vestida? ¿Porqué saliste a esa hora? porque obviamente la mujer mayor no había salido a beber, no estaba fuera de su casa a una hora inadecuada y no iba vestida provocativamente y eso no la protegió.

            Hoy en twitter leí sobre una chica que pidió un taxi por la aplicación Didi. Era de noche y quería llegar segura a su casa el conductor llegó aunque tardo más de lo que debería y amablemente le hizo platica durante la primera parte del trayecto, ella se dio cuenta que hacia algo raro con su mano desocupada. Iba masturbándose. Inmediatamente la puso en estado de alerta darse cuenta y sobre el shock de la situación decidió bajarse del auto en cuanto pudo aunque fuera una zona peligrosa de la ciudad y aún cuando ya estaba abajo el chófer le pregunto si todo estaba bien porque el estaba perfecto. Afortunadamente un taxi pasaba por ahí y ella lo abordo para poder llegar a su casa. Reporto al conductor y la aplicación le aseguro que lo bloquearía y no haría más viajes, ella confió en eso pues se mostraron preocupados y eficientes, ¿el desenlace de la historia? En otra ocasión pidió un taxi de nuevo para ir al trabajo en la mañana y oh sorpresa! era el mismo chófer aunque en un auto diferente. En cuanto lo vio dio la media vuelta con miedo y regreso a su casa cancelando el servicio.

            Leo esto y algo dentro de mi se rompe, porque no las conozco pero sí, son mi madre, mi abuela, mi hermana y mi amiga porqué se que todas han estado ahí. Y temo por ellas. 
Una amiga, casi mi hermana fue atacada en el baño de la Universidad, golpearon su cabeza con una tabla, pero fue lo suficientemente fuerte para correr, para no caer ahí, para salir. A otras más las han manosearon en el metro o tocado el trasero al pasar como me pasó a mí a los trece años. Una más, y me permito contarlo aquí, sin el derecho, fue encontrada muerta en un cuarto de hotel. ¿El culpable? Su novio, porque ella no quería estar más con él. ¿Porqué hay tantas historias, más acumulándose a cada momento? Porque los culpables se creen con derecho, porque de algún modo enfermo sienten que eso es así, que está bien, que tienen poder sobre ti y sobre lo qué te pasa, que al final NO pasa nada. Pero pasa

             Sí tenemos suerte, fortuna, nos agredirán y se irán, sólo nos quedara éste miedo, ésta impotencia prensada en el alma y el cuerpo, un poco de trauma guardado en un rincón de la mente. Sólo reirán y se irán y nos levantaremos como hemos hecho cada vez. Y por el contrario si no tenemos esa suerte pasamos a ser un grano perdido en la arena, un número más en las estadísticas. Una más.

             Miedo, trauma, dolor, impotencia, perdida. Es tan jodido vivir así. Miedo a ser mujer, a sentirse indefensa aún desde la burbuja de privilegios. Pidiendo que hoy no sea el día que pase. Controlando el jodido sentimiento de pánico y el vacío que te flaquea las piernas cuando tu amiga que hace una hora con retrasos a casa no te ha escrito en hora y veinte; el miedo de que tu hermana salga tarde de la Facultad y deba volver sola a casa porque no hay quien pueda ir a recogerla, que tu madre no responda el teléfono cuando salio a comprar y ya pasó más tiempo del que esperabas y los peores escenarios pasan por tu mente y te atacan pero afortunadamente no pasa nada y continuas un día más.

             En alguna ocasión tenía una fiesta con una amiga, eran los XV años de su prima y yo estaba invitada junto con mi hermana pero era lejos y mi carro no circulaba. De algún modo, mi carro me hace sentir un poco más segura para ir por ahí pero no siempre esta disponible. Eso me causo un poco de pánico, ¿cómo llegaríamos hasta allá? ¿transporte público con vestido de fiesta? no sonaba alentado, considere un taxi normal y pedir uno en alguna app. Pero se escuchan tantas cosas, estado de pánico. Pensé en no ir, disculparme y quedarme en casa. La mejor solución, porque nada nos podía dañar aquí, ¿no? Iba a perder el poder acompañar a mi amiga y su familia que tanto quiero y decidí ir, era ridículo dejar al miedo ganar. Una noche antes busque y rebusque comentarios, recomendaciones, ¿qué hacer en el peor de los casos?, qué compañía tenia mejor reputación dentro de las aplicaciones, cuál permitía que mis padres siguieran la ruta y tenía botón de pánico. 

              Afortunadamente mi historia no es una de las malas y no tiene problemas, el conductor fue amable y quizá él también estaba asustado del lugar al que nos dirigíamos. Pero aún así, durante el trayecto te mantienes alerta, envías tu ubicación y esperas lo mejor, te preguntas si éste es uno de los buenos, compruebas la ruta paso a paso, los seguros, las ventanas y repasas lo que sabes, lo que te han contado, qué hacer sí... no te permites bajar la guardia y estas lista para correr si es necesario. Sistema de pánico
Al caminar por calle finges no estar prestando atención pero los miras a todos, escaneas miradas, pasos, ¿quién está detrás de ti y cuánto tiempo lleva ahí?, ¿estás sola o alguien querría ayudarte? 

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           AFORTUNADAMENTE no paso nada. 
Que jodido decirlo, ¿no creen? 
Tener la fortuna de salir, de llegar, de estar aquí. 

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           Así que sí, me molesta el tráfico por las manifestaciones y el entorpecimiento del transporte; me molestas que no respeten y dañen la infraestructura y los monumentos; que deba batallar para llegar a la oficina o a casa. Y también me preocupo por las personas que deberán limpiar, recoger y hacer que todo se vea como siempre, que regrese a lo que debe ser. Pero sí, también lo agradezco. Agradezco que no callen, que decidan no mirar a otro lado, que hagan que el mensaje se escuche, que se conozca. Que levanten la voz.

          ¿Hay otros medio? ¿otras formas? Sí, quizá, (y no quisiera meterme en un tema que me gustaría escribir después, del que aún investigo y quiero comprender mejor) pero están luchando, algunas de un modo más radical que otras pero luchan, se hacen notar y no dejaran que se finja que no pasa nada ó que no se encubre a los culpables. Es un grito que exige justicia, un grito de mujeres cansadas de ser desangradas y solo mirar. Yo no me atrevo a condenarlas. Esas mujeres ahí, están gritando por todas y les agradezco que no olviden los números, los nombres, las historias. Les agradezco por mis amigas, mi hermana, mi prima, mi madre, por cada mujer que reza al salir de casa para que no le vuelva a pasar o que no le pase, que no se la lleven sin más, que agradece y se siente afortunada de llegar. 

          Las soluciones no pueden ser simplemente dejar de vivir, dejar de salir, dejar de vestirme como quiero porque ni siquiera eso asegura que no me pase nada. Cortar las libertades que se tiene por derecho no es protección, es contención y encierro. Encerradas, calladas, sumisas, no estamos seguras. Somos afortunadas dicen, porque nos cuidan cuando la realidad es que no deberían. Este peligroso mundo no debería ser más peligroso, más cruel y más vil sólo con algunas sólo por ser mujeres. Aunque lo hace.


"Yo no quiero ser una mujer afortunada, quiero ser una mujer libre, respetada y valorada. Que mi destino y mi suerte lo decidan mis pasos."


           



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