Cuando todo pasa.

¿En qué momento se pasa de un simple deseo a las malas acciones?

Tener deseos no es malo. Al contrario, nos ayuda como motivación. Es una meta, un consuelo, una base, un posible-imposible, un sueño no siempre permitido. Nos hace tener un secreto oculto a los demás que pone emoción a la vida. Pero, cuándo esos deseos pasan a malas acciones, cuando hacemos lo que deseamos sin importar lo que nos rodea. Y lastimamos y pasamos sobre los que nos importan... ya no es tan bueno.

¿Hasta dónde eres capaz de llegar por el simple deseo?

Hace algunos días, si me encontrará ante la misma pregunta no sabría que responder. Tal vez, sólo me limitaría a decir: "Son deseos, que más da. No es como si lo fuera a llevar a cabo. No lastimo a nadie" Pero ahora sé que esa división; esa línea invisible que nos mantiene con cordura se rompe con gran facilidad.

Cuando ya no importa nada, cuando la división de lo correcto e incorrecto es violada, entonces, la razón no tiene cabida ni lugar. Te dejas vencer por esos deseos guardados por tanto y bailas en la fina línea de razón. Pierdes la cordura y todo lo que queda es tú deseo y tú. Solos, invadidos por la locura. Ya no importan barreras o sentidos. Lo malo y bueno queda de lado junto con el que dirán. Las voces te llegan, te piden que lo detengas antes que no puedas volver atrás pero no escuchas. Tus odios ya son sordos ante tal clamor. Todo lo que quieres es pertenecerle, que te pertenezca. Dejar que tome todo de ti o sólo un poco. Lo que necesite y consumarlo todo. Sí sólo te esta usando, sí sólo se deja usar... ya nada importa.
La felicidad se convierte en placer, tus sentidos ahora despiertos al máximo te dejan experimentar cada movimiento, cada sonido, cada reacción. Te dejas llevar y te entregas sin más. Te apartas de todo. Sólo tienes este momento.

Sacias tu deseo, lo dejas todo en la cama de una habitación. Lo que creías lejos de tu alcance, y fuera de razón. Lo que pensaste nunca harías. Tomaste todo con egoísmo sordo y caes en la realidad.
Despiertas. Te encuentras a ti mismo sucio, vacío, deplorable. Ves que no puedes volver atrás. Tus actos tomarán consecuencias y, ¿cómo podrás mirarle a la cara de nuevo? Te dejas vencer, no queda nada dentro de ti más que tristeza y soledad. No puedes mirarte al espejo y te vistes en silencio. Entonces caes en la cuenta, está ahí, aún recostada en el colchón.
Tomaste todo de ella. Hasta el último suspiro te fue entregado. Sabes que no puedes permanecer ahí para dar explicación, es peligroso pero dejarla es demasiado cobarde.
La miras... te encuentras deseándola de nuevo. Y tus sentidos sólo piensan en tocarla, en quererla, en volver a tenerla para ti. Luchas para dejar de mirarle y te encuentras con tu reflejo en el espejo. Nada cambio en la noche anterior. Tú perfil, tú sombra, tú yo y tú ahora no son diferentes a lo anterior y sin embargo tienes un gran peso sobre ti. Te permites contemplarle un poco más, dormida, en paz. El silencio que te rodea te muestra cada detalle. Sonríes a la nada y te dejas enamorar una vez más de esa mirada. Nunca estuvo bien que lo desearás. ¿cuántas vidas saldrán dañadas con este acto? ¿cuánto tardará la sociedad en juzgarlo? ¿cuántas veces podrás repetir tal acto?
Descubres que no conoces sus sentimientos y entras en pánico. Te asusta que al despertar te rechace y no tengas más valor. Sabes que sólo fuiste usado y te ves desprotegido. De nuevo piensas en el exterior y en lo que pasará una vez que se descubra todo. Tu miedo te presenta los peores escenarios y tu razón te dice que no fue lo correcto.
La miras de nuevo como esperando que todos los miedos desaparezcan y te encuentras con su mirada curiosa que te observa. Te sobresaltas ante la hermosura de sus ojos y al ver tu cara te regala una sonrisa que te deja en blanco. Sin salidas, sin sentidos. Cautivado por esos ojos y esa sonrisa. Y de nuevo te quedas con tus deseos y tu amor por ella.

Ya nada importa de nuevo.

Comentarios

Entradas populares