Dejémonos de lado

Estuve repitiendo el inicio para  no pasar nada por alto y al final, al escribirte estas líneas, ya no recuerdo como iban. Empezaré de cualquier modo.

He pensado durante mucho tiempo esto y creo que deberíamos dejarnos de lado en serio, porque eso de que somos amigos nos queda vago. Decirnos hola de ves en cuando nos queda malo. Realmente no nos importa la respuesta, sólo es un mensaje que pone sigo aquí, sin estar, sin ser nada, pero sigo aquí y al final alguno se cansara de todo esto ¿o no te cansas tú?  porque a mi los mensajes me quedan sobrados, sin motivo y ganas verdaderas. No quiero ponerme a pensar en que estás pensando, pero a mí... la necesidad de que me digas que soy mala para ti, que soy nociva y estoy rota; que a tu lado no tengo lugar me carcome y lo ansío, que seas tú el que me deje tirada, el que se aleje de mí. Pero no lo dices, ¿por qué no lo dices? ¿porque no eliges alejarte o dejarme? Quizá es demasiado y con un poco de amor propio como me dicen, ya te hubiera dicho hasta aquí, pero soy débil, ves.
Lo supiste siempre y te lo confirme la segunda vez que llegaste tocando hasta mi puerta y yo me preocupe de que quizá le hubieran roto el corazón a mi amigo y era sólo que tenías ganas de mí. Pero no de verdad, no ibas a tocarme, sólo mirarme, sólo necesitabas mirar la lujuria que podías provocarme y te lo dí, te di todo. Entonces viste cuan débil era, cuanto podías conseguir pero nunca lo tomaste.
Así funciona tu retorcida necesidad, no te quedas, ni te vas, sólo estas, estas y estas con tus holas y saludos a media madrugada ¿por qué estar te resulta tan importante? al final ya no me emocionan, ni me molestan y entonces todo es pasado gris. Bien podríamos darle cabida al olvido, dejarnos adormecer y olvidarnos; avanzar como tanto me pedías, pero la necesidad y el miedo me ahogan y anhelo de nuevo que si quizá doy un paso, un pequeño paso en la dirección correcta te canses de mi, veas lo dañina que puedo ser, lo inconveniente que resulto entre tu lista de contactos, porque amigos nos queda sobrado y me borres de ti.
Evaporame te pido, destilame de tu ser, regresa las partes que te entregue para que pueda armarme. Necesito que lo mires, que veas lo peligrosa que puedo ser para ti y decidas renunciar a esto que no es nada, que renuncies a quedarte sin estar, a tus holas y saludos que nadie necesita. Tú no necesitas esas conversaciones falsas, respaldo de un pasado que solo era una manera de mentirnos y yo no necesito esos saludos sin valor que intentar pintar la realidad de pasado.

Una vez hablamos de justicia, de lo que nos convenía a los tres, yo la incluí a ella, después sólo mencionaste a los dos y nadie medio por cada uno. Hablamos de lo que estaba mal y lo que no queríamos evitar pero debíamos y nos encontramos una vez más con la pasión desbordante entre los dedos que ansiaban el toque de la piel, el sabor de los labios, el oír de los gemidos y no era justo, me necesitabas ahí y yo quería encargarme. Y nada fue justo porque nunca ibas a venir.
Si me preguntas, yo iría, sin pedirte nada. No soy una tonta, sé en lo que me metía, lo que ofrecías entre tus dulces palabras falaces porque la segunda vez que tocaste a la puerta lleno de nieve, te reconocí y supe lo que podías darme y lo acepte. Acepte sólo esa parte, quería esa parte e iba a saciarme de ella, como la ingenuidad de la primera vez no me dejo, pero no ibas a quedarte, no ibas a venir, sólo querías mirar desde el portal y debo decirte que es lo más cruel del mundo quedarse sin estar.

No soy fuerte pero si una vez logré que tu presencia ya no me erizara la piel lo conseguiré de nuevo, en lapsos de olvido. Es por eso que pienso que debemos dejarnos del todo. Ser los extraños que nunca fuimos nos podría sentar bien. Debes dejar de estar, por los dos, continuar el camino que elegiste sin reservas de que siempre encontraras mi casa entre la nieve sin importar la tormenta que se avecine.

Con alivio,
Adiós, retorcido amor.

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