De Adioses y olvidos..

De Adioses y olvidos es que hoy quiero escribiros.
Hace ya un tiempo que en forma y condición no dedicaba unas lineas propias de decencia para este blog, para este pedazo de alma olvidada que me quedo en un rincón del corazón. 
Tantas metas y pedacitos de mi que quedaron repartidos por todo el lugar hoy podría decir que no me reconozco, que si miro atrás con melancolía y un poco de dolor no soy la niña que escribía de sufrir y malestar; Y tal vez egoístamente podría decir que tampoco soy la dueña de los versos que me gustaba pronunciar. 
Ya no me pertenecen. No puedo decir que ahora soy mejor, mi dedicación a decaído tanto que ya me olvide del dulce sonar de las teclas tras los pensamientos más exquisitos...   
De Adioses vengo a hablar como dije al principio y no con la misma intención de despedida que pronunciamos en un susurro a la amante que dejamos dormida en el colchón, no. Es más un adiós comprometido; esos que tenemos que decir, esos que tenemos que dar sin estar listos, sin quererlo. Los adioses que nos marcan un punto final o continuación inmediata de un tema olvidado. Ya casi termina el año y como recuento de los daños de éste, he dichos muchos adioses de este tipo, y con cada uno perdía recuerdos que hoy me cuesta recuperar, memorias que ya no sé si no quiero recordar o en verdad me son ya tan lejanas y ajenas que se niegan a venir a mi mente. Me despedí de amigos tan cercanos que podía llamar hermanos y hoy no somos ni cercanos, me despedí de familia, de ciclos y de ti que fuiste más deseo que amistad o quizá más amigo que normal y por eso termine deseando permanecer a tu lado. 
Mirar atrás y creer que te has equivocado, que debiste tomar otro andar deja esa sensación nauseabunda en el alma, ese 'que sería' termina matando los sueños que aun te quedan vivos y entonces ya no avanzas, te estancas, te pierdes y ya no piensas más que en esa improbabilidad. Irrealidad creada por un deseo muerto. Eso es lo que queda de los sueños que por cobardía no afrontamos, se convierten en depredadores, en recuerdos parecidos a toros salvajes que en cualquier momento, el menos esperado mejor, nos patean el alma dejándonos sin aliento. Tú me dejaste muchos de esos, muchos quizás que atormentaban mi cabeza con voces de decadente espera y como digo, en el momento menos indicado me patearon el alma y me dejaron sin ganas de olvido, era más sencillo pensar en esos 'quiza' que creer en el olvido como una curación. Pero de eso hablaré otro día.
Me pregunté por mucho si el adiós iba de la mano al olvido, podría decir que no es así, me gustaría creerlo más sin embargo cada que decía adiós, las personas preciadas para mi se alejaban un poco más. Cada que daba un paso más en dirección de mi propio camino y dejaba poco a poco la infancia, también dejaba con ésta a las personas cotidianas que compartían sus días conmigo y entonces estaba en otro camino, paralelo al de ellos pero no el mismo. Entonces el olvido hacía su aparición estelar. 

Quizá me equivoco al llamarlo olvido, tal vez sólo era la costumbre o la rutina que había cambiado, estábamos tan acostumbrados a nosotros mismos, a los días con las mismas personas que cuando los tiempos cambiaron sentíamos ese ausencia, la necesidad de extrañarlas pero de tanto extrañar también la rutina se cansa y pasa a ser olvido.
Olvidos, no forzados, no penosos, ese olvido que trae consigo la nueva rutina de algún nuevo cuento. Y entonces las personas con las que convivimos más por x o y se ponen al frente de la lista de pendientes.
¿Por qué será que ese avanzar en el camino paralelo de los otros une lazos y separa otros?. Aunque ciertamente es una acusación un tanto egoísta, siempre que un alguien llega a revolucionar tu monotonía es causa de gozo, tal vez una nueva pareja, un compañero de trabajo, personas que no pidieron permiso y sin embargo ahora están aquí; con pasados, con presentes y futuros, enlazando sus destinos con el nuestro no sabemos por cuanto, ellos que han dicho adiós también, que ahora mismo cambian su rutina y su lista de pendientes, y las personas que se creen parte de su olvido, esos ellos que han estado en donde está esta persona y donde tú mismo te has encontrado. Todos parte del mismo ciclo. Entonces porque querer ser el ser sin adioses y olvidos, el que recibe la atención, el pendiente en la lista de las personas que conocimos antes, y las que conocemos ahora y las que conoceremos después. Eso sin duda es egoísta, pero es como me sentía a veces.
Cuando cambiaste, bueno, cuando avanzamos y tomamos nuestros caminos, te extrañe, y me juré que no te diría adiós, que no te dejaría ser parte de mi olvido más sin embargo comencé a cambiar mi lista, ya no estabas en la primera fila, ya no eras la respuesta a todo, yo avance y aunque tú lo hiciste igual egoístamente te reclame en mi mente por haberme dejado en el olvido.
Creo que no olvidamos con dolo, no en éste estricto caso, somos presas del momento, del vivir de nuestras apresuradas vidas y quizá también del descuido.
Hay que ser lo suficiente cabezón para aceptar los cambios y caprichos de esta sinuosa vida, aceptando, amando y recordando esos Adioses que nos dejaron mal parados a punto de olvido y de los que nos dejaron prepararnos un tanto más para lo que viene o se esta perdido.
Si me preguntaran después de todo esto si el Adiós va de la mano al olvido diría que es un tema para pasar un buen rato al lado de un viejo amigo…

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